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Li Xue ya estaba confundida al ver a tantas personas afuera. Para colmo, las explicaciones del Señor Belcebú no la estaban ayudando de ninguna manera. Frunciendo el ceño en desconcierto, preguntó —¿Realidad derramada? ¿Qué significa eso? ¿Y por qué estarían los medios aquí por mí? Aún no se ha anunciado mi regreso. En este momento no soy famosa
Feng Shufen la miró con una sonrisa cariñosa, luego moviendo sus manos apartó los cabellos rebeldes detrás de sus orejas antes de decir —Están aquí para ver a la belleza que se llevó el corazón del frío y distante Presidente de Feng Internationals. Están aquí para ver a mi prometida— añadió.
Los ojos de Li Xue se ensancharon instantáneamente en sorpresa al principio y luego se transformaron en un leve horror —¿Verme como tu prometida? ¿No crearía eso solo un alboroto en el país? Señor Belcebú, ¿quiere que me muera? ¿Sabe cuántos sueños de chicas se destrozarán si llegan a saber de mi existencia en su vida?
