—Señora Directora, ¿puedo entrar? —La suave voz melódicamente llamó a la puerta solo para hacer que la Directora y la profesora de clase dirigieran su atención hacia la niña que había aparecido de repente en la puerta de la oficina.
Con solo mirar su bonito rostro, la Directora de avanzada edad sonrió mientras acogía a la niña dentro de la sala. —¡Oh, claro, claro, entra niña! ¿Cómo has estado? ¿Estás disfrutando de tus clases aquí? —preguntó la Directora mientras hacía un gesto para que WeiWei entrara en su habitación. El cuidado y el amor que mostraba por la niña no se debían al nombre de su padre en su tarjeta de identidad, sino por la forma en que la niña se comportaba habitualmente.