—Yo... yo... Eso sería un mandato real y n – nadie podrá desafiarlo. D - dado que el grupo sanguíneo de su esposa ha coincidido con el de Su Majestad, entonces ella tiene que contribuir al bienestar Real —balbuceó el guardiaespaldas, intentando con todas sus fuerzas no ceder ante la dominancia. Pero poco sabía que, incluso si pusiera cien veces su fuerza para mostrarse fuerte, aún así no podría resistir la dominancia del hombre que tenía frente a él.
Feng Shufen simplemente lanzó una mirada despectiva hacia el guardiaespaldas por un momento que no llegó siquiera a constituir 60 segundos. Luego, girándose sobre sus talones, miró a Li Xue. Ella estaba sentada tranquilamente y en silencio en la silla donde él la había traído para sentarse.
Al verlo tan furioso, Li Xue solo sintió que era correcto mantenerse en el papel de su sumisa pequeña esposa. Una vez que las cosas se inclinaran a su favor, vería qué más cosas buenas podría hablarle.