—¡Directora Qi! —Saludó Su Fai, sorprendido por la repentina aparición del hombre. Esta debe ser la segunda vez que lo ve en solo una semana. Pero antes de que pudiera decirle algo, fue ignorado descaradamente en la escena como si simplemente no estuviera allí.
Los ojos de Qi Shuai se dirigieron hacia la mujer. Sin molestarse en responder ninguna pregunta, simplemente se acercó a ella y se arrodilló para revisar su tobillo.
La piel de su tobillo ya se veía roja y también había una leve hinchazón. Para empeorar la situación, la cinta de sus tacones se estaba pegando fuertemente, causándole más dolor.
—¿Qué estás haciendo? Tu pie ya está en esta condición y todavía llevas estos tacones. ¡Rápido, quítatelos! —dijo mientras movía rápidamente sus dedos para desatar los nudos.
—¡Ay! —Feng Yi Lan gimió de dolor y eso detuvo al instante los movimientos del hombre.
Llevantando sus ojos para mirarla con preocupación, preguntó:
—¿Te hice daño? Espera, lo haré con más cuidado.
