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Pronto el auto volvió a Pequeños Claveles y se detuvo en el lugar de Li Xue. Bajándose del auto, el hombre fue a buscar su pequeña pieza para volver a tenerla en su cómodo abrazo, así podría llevarla adentro.
—Está bien. Puedes dármela. Tú también has tenido un día agotador hoy después de tanto trabajo seguido uno tras otro. Yo la llevaré adentro y tú puedes volver a tu lugar y descansar. Aquí, déjame cargarla —dijo Li Xue mientras extendía la mano hacia adelante para alcanzar a su hija.
—¿Estás intentando impedirme entrar en tu casa? —preguntó él y luego sin esperar que ella lo comprendiera, se dirigió hacia su casa—. No te demores. Las llaves están contigo y tú tendrás que abrir la puerta para que yo pueda entrar.
—¿Eh? —ella elevó su voz confundida pero sin entender sus palabras correctamente, fue a abrir la puerta primero.
Feng Shufen sonrió al mirarla. Esta mujer se vuelve tan feroz en un momento y tan inocente y adorable al siguiente.