—¡Lo siento presidente Feng! Nunca he tenido la intención de ir en contra de sus palabras y decisiones. Pero si se plantean dudas sobre su seguridad, entonces, incluso si me castiga, no dudaré en alzar mi voz contra ello —dijo Gao Fan, poniéndose serio tanto en su actitud como en sus palabras.
Al escuchar sus palabras, Feng Shufen suspiró internamente. Este hombre suyo era realmente demasiado leal y considerado como para castigarlo. —Gao Fan, no pasará nada malo si envío a dos de mis guardias sombra para Li Xue. Puedes entrenar a dos más para mí. Creo en tus capacidades. Así que, por ahora, haz lo que te estoy pidiendo —dijo, pellizcándose el espacio entre las cejas.
Pero Gao Fan todavía no estaba satisfecho con la seguridad que su presidente le daba. Quizás porque conocía las profundidades mejor que nadie. Aunque habían tenido control sobre la mafia en los últimos años, eso no elimina las posibilidades de que existan enemigos ocultos.