Alina estaba completamente incrédula ante la situación actual en la que se encontraba.
La mano del hombre se cernía sobre su pecho, donde estaba su corazón, y ejercía presión como si no pudiera esperar para exprimir su corazón de su pecho y convertirlo en pulpa.
Pero a su vez, debido a su acción imprudente y posiblemente despiadada, su pecho izquierdo estaba completamente a merced de él.
No importa cómo lo vean otras personas, este hombre ciertamente acosó a una paciente. Pero tanto él como Alina sabían que estaba lejos de ser eso.
Pero extrañamente, a pesar de conocer su grave situación, donde podría morir a manos de su enemigo, Alina no podía evitar que su cuerpo respondiera a su toque.
—¡Estúpidos deseos femeninos! —se reprendió Alina.
Junto con la temperatura fría dentro de la habitación y la voz del hombre, así como el posible peligro al acecho justo sobre su pecho, era imposible para ella no temblar.