País Ren.
Alina se agachó detrás de un coche abandonado. Bajo la luz de la luna, los moretones y cortes en su rostro se veían miserables en su piel pálida.
—Ugh... —Alina jadeó mientras colocaba una mano temblorosa en su costado, sintiendo la cálida sangre emanando de la herida abierta que recibió de un disparo mientras escapaba.
Hace tan solo un par de días, Alina iba camino a una reunión con otros Señores Subterráneos en el País Ren. Los otros señores de la mafia ya habían respondido a la invitación de que asistirían, y como alguien que también estaba en la cima de la cadena alimenticia, la asistencia de Alina era inevitable.
Desafortunadamente, justo cuando ella entró en la puerta de una villa privada donde ya estaba el otro señor subterráneo, una fuerte explosión retumbó a lo largo y ancho y destruyó la villa, derribando todo lo que se encontraba en un rango de cincuenta metros.
Naturalmente, Alina y sus hombres no pudieron evitarlo.
