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—¿Qué haces aquí? —preguntó Ran Xueyi.
—Tenía que hacer algo en la ciudad vecina y pensé en venir hoy para ver cómo estabas. Pero no esperaba que te estuvieras conduciendo a la muerte si no hubiera llegado —dijo Song Yu Han mientras se arrodillaba frente a ella y tocaba sus tobillos para masajear sus pies uno por uno.
—Justo estaba a punto de evitarlo antes de que me alzaras —replicó Ran Xueyi con pucheros.
—¿Eres nocturna? ¿Puedes siquiera ver en la oscuridad? No prender las luces cuando entras en tu habitación, ¿qué harías si alguien más entrara a tu habitación y tú no tuvieras idea al respecto? —la cuestionó Song Yu Han con un ceño fruncido. Podía ver que los pies de Ran Xueyi estaban ligeramente rojos del frío y también tenían algunos rasguños.
—Completamente se me olvidó prender las luces, o más bien, no me molesté en hacerlo debido a lo cansada que estaba ese día —admitió Ran Xueyi sin nada con qué argumentar ante eso.