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Iris inclinó su cabeza hacia un lado, reflexionando sobre la bomba que Wei Lan acababa de soltar. Los demás parecían sorprendidos, incluso Jin Liwei, cuando se enteraron de que Wei Lan era ahora oficialmente una vizcondesa. Nunca esperaron este tipo de desarrollo en absoluto. Sin embargo, a Iris no le afectaba ni impresionaba mucho. No le importaban los títulos heredados o los obtenidos a través del matrimonio como este.
—Madre, si ahora eres vizcondesa, ¿por qué te quedas aquí en la casa de tu hija? ¿Acaso tu esposo solo tiene un título pero no dinero? ¿No puede siquiera permitirse proporcionarle alojamiento a su esposa? —preguntó Iris.
—¡Ay, querida! ¡Para nada! El esposo de tu madre es muuuuuy rico, pero no sé exactamente cuánto. Después de todo, proviene de una antigua fortuna, así que es un poco difícil estimar con exactitud toda su riqueza —explicó Wei Lan—. Decidí quedarme aquí en tu lugar porque solo quiero pasar un tiempo de calidad contiiiigo, ¡mi amada hija!