—¿Cómo te atreves a decir eso, Hui? ¿Cómo te atreves? —susurró Jiang Ying Yue entre lágrimas.
La expresión de Long Hui se quebró al ver el evidente daño en sus ojos.
Aunque las lágrimas caían por su rostro sin parar, Jiang Ying Yue todavía forzaba su voz a ser clara y fuerte.
—Desde el inicio, ya sabía que le pediste a Xiulan que me contratara. Sí, empecé como su guardaespaldas pero luego nos volvimos amigas de verdad. No menosprecies mi amistad con ella solo porque nos regala cosas lindas a mí y a nuestro hijo. Ella es simplemente una persona generosa por naturaleza con aquellos a quienes quiere. Y ama a nuestro hijo como si fuera el suyo.