Con un objetivo claro en mente, Iris se dirigió a su nueva sala de computadoras.
Jin Liwei no la siguió, sabiendo que no le sería de mucha ayuda cuando se tratara de hackear. En su lugar, se reunió con sus subordinados y les ordenó que vigilaran al editor del tabloide y al paparazzo. Aunque había prometido a su niña pequeña dejarle todo a ella, no estaría de más observar la situación y asegurarse de que los ratones no pudieran escapar de su trampa.