Iris dejó a Jin Liwei aún atado en la cama y se dirigió al baño. Volvió con una pequeña toalla húmeda y lo limpió.
—¿Puedes desatarme ahora? —preguntó él.
—Todavía no.
—Hah... —Cerró los ojos, tratando con todas sus fuerzas de calmar a su bestia interior cuyo único deseo era devorarla completamente y hacerla gritar de placer una y otra vez durante toda la noche.
Al ver su lucha interna reflejada en sus expresiones faciales, Iris contempló liberarlo de sus ataduras. Sin embargo, se detuvo. Si lo hacía, él tomaría el control como siempre.
Aunque ella llamaba esto su regalo de Navidad para él, en realidad era más un regalo para ella que para él. Bueno, ambos lo estaban disfrutando, así que no había daño alguno. Además, ella aún le permitiría hacer lo que quisiera con ella, pero más tarde. Por ahora, le gustaba la sensación de tener el control en su acto de amor. Tenía la intención de saborear esta experiencia antes de cederle las riendas a él más tarde.