Zúrich, Suiza.
Iris despertó de otra pesadilla. Estaba jadeando y temblando, empapada en su propio sudor frío. Su corazón corría desbocado dentro de su pecho.
—Estoy bien, es solo un sueño, no lo hice, no soy yo —se repitió una y otra vez, intentando calmarse.
La pesadilla siempre era la misma. Era sobre ella torturando a las Alarm Girls y a Fan Luo. Podía oír todos sus gritos de dolor, agonía, odio y miedo dirigidos hacia ella. Lloraba para que su cuerpo se detuviera, pero no obedecía. No podía controlarlo. Su cuerpo seguía torturando a las mujeres con un éxtasis sanguinario.
La sangre manchando sus manos se sentía como marcas permanentes que lentamente ennegrecían su alma. Sin importar cuánto intentara limpiar toda la sangre, sentía que nunca estaría verdaderamente limpia de nuevo.