En esta parte remota y aislada de Rusia, los cuerpos celestes en el cielo se podían observar en todo su esplendor resplandeciente sin la interferencia de las brillantes luces de la ciudad en las áreas metropolitanas. El aire era más fresco aquí, el entorno más verde.
Esta vasta extensión de tierra, comparable al tamaño de un pequeño país europeo, era el territorio privado de la organización criminal más poderosa del mundo, los Vetrov. Situada en su área más oculta y fortificada se encontraba la muy secreta finca Vetrov. Era una residencia grandiosa, no, una fortaleza palaciega digna de una familia real. Su grandeza y belleza dejarían sin habla a cualquiera que la viera por primera vez.