Jiang Ying Yue se sobresaltó. Los otros reporteros le lanzaron preguntas similares. Todas sus preguntas no eran más que una excusa para acusarla de usar el caso de custodia para engordar sus propios bolsillos.
—¡¿Qué demonios están preguntando?! —Clover estaba horrorizada y luego enfurecida.
Siguiendo los gestos del abogado Hong, tanto Jiang Ying Yue como Clover también bajaron del coche. Los reporteros intentaron acercarse pero los dos guardaespaldas las protegieron.
—Mantén la calma. No digas nada y sígueme. Yo haré todo el hablar —susurró el abogado a Jiang Ying Yue.
Ella asintió.
—Creo que alguien te tendió una trampa y llamó deliberadamente a todos estos lobos sedientos de sangre hoy para hacerte estas preguntas asquerosas —comentó Clover.
Nadie en su grupo respondió, pero sus expresiones mostraron que estaban de acuerdo con sus palabras.
Se dirigieron hacia el tribunal, ralentizados por los reporteros que los rodeaban.