—Lu Zihao suspiró, un poco gruñón, un poco impotente y un poco cariñosamente. «Lo sé. Lo veo claro como el día. Me alegra que finalmente te sientas viva y libre ahora, hermanita. Que estés viviendo la vida que siempre quisiste junto al hombre que amas. Me alegra que él esté a tu lado, cuidándote, apoyándote, protegiéndote y amándote…».
—Luego sus labios se curvaron malhumoradamente. «Pero eso no significa que no tenga ganas de golpearlo en la cara cada vez que actúa como si quisiera saltarte encima como un perro cachondo en celo. Sé que Lu Zihao es un hombre bueno y leal, pero maldita sea, realmente quiero darle una paliza a veces, especialmente cuando sé que a menudo te está desvistiendo con la mente cuando te ve!».
—Iris rió entre dientes. «Gran Hermano».
—«¿Qué?».
—Se inclinó hacia adelante y susurró, «En realidad, no solo Liwei está cachondo. Yo también quiero saltar sobre él y hacer el amor con él casi todo el tiempo. También lo desnudo en mi mente y—».