Las palabras reconfortantes y suaves de Jin Liwei, junto con su cálido abrazo, finalmente calmaron a Iris, que había perdido el control sobre sus emociones. Su miedo a convertirse como la madre de su vida pasada disminuyó gracias a él, pero no desapareció por completo.
Después, Jin Liwei secó sus lágrimas y la ayudó a vestirse. La llevó al baño de su oficina y lavó su rostro manchado de lágrimas que ahora estaba rojo e hinchado.
Si otros la vieran ahora, pensarían que ella y Jin Liwei tuvieron una gran pelea y que él la hizo llorar.
Iris se sentía como una niña siendo cuidada por él. La trató con extrema delicadeza, como si fuera un tesoro frágil, y hacía todo lo posible por consolarla, aunque también intentaba lidiar con sus propias emociones.