Jin Liwei estaba extremadamente complacido de cómo sus preciados tesoros se bamboleaban frente a su cara una vez que fueron liberados. Sostuvo uno en cada palma y comenzó a amasarlos y a hacerlos rebotar. Sus pulgares rozaron los duros pezones, haciendo que su niña pequeña jadease. Animado, pellizcó ligeramente sus pezones. Esta vez, sus acciones obtuvieron un profundo gemido de ella.
Él sonrió al observar las expresiones de placer en la cara de su mujer. En sus ojos, se volvió aun más hermosa y sexy con cada suspiro sensual y gemido que escapaban de sus lujuriosos labios. Se sentía orgulloso de ser él quien la hacía sentir así y de ver todas esas expresiones eróticas en su cara.
No había nadie más permitido verla en este estado.
Solo él.
Su hombre, su amante, su futuro marido y compañera de vida.
Inclinándose hacia adelante, capturó un pezón con su boca, primero pasando su lengua alrededor y luego succionando con fuerza.