—Tan pronto como alguien gritó el nombre de Iris Long, una gran multitud descendió desde dentro del edificio de la empresa —recordó el narrador—. La mayoría olvidó ponerse los abrigos antes de salir corriendo en su emoción —continuó—. Inmediatamente temblaron como pobres perros mojados, sufriendo el viento frío que continuaba acosándolos —comentó, casi entre risas—. A pesar de esto, todavía se negaron a regresar al calor del interior y en su lugar insistieron en ser los primeros en posar sus ojos en la futura Señorita Jin Liwei en su primera visita a la Corporación Jin.