Al sentir el dolor y el miedo de su hombre a perderla, la infelicidad de Iris por no poder revisar y arreglar a Ketchup se evaporó. Toda su atención estaba ahora en Jin Liwei. Podía entender cómo debía sentirse. Si las situaciones estuvieran invertidas, ella también se sentiría de la misma manera que él.
—Lamento que hayas tenido que experimentar algo peligroso y espantoso como lo de ayer —le dijo él—. Desearía haber estado allí para protegerte personalmente, para no permitir que ni siquiera un moretón apareciera en tu cuerpo. Desearía poder llevarme todas tus lesiones y dolor. No quiero que sufras nada.
Una sonrisa suavizó su expresión. Ella acarició su mejilla. Había una ternura mutua en cómo se miraban a los ojos.