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El cielo se había oscurecido por completo. No había estrellas visibles. Solo la tenue luna creciente iluminaba el cielo arriba.
Hacía frío y estaba oscuro en las afueras de la ciudad. Sin embargo, la zona que rodeaba el centro de convenciones era cálida y brillante. La multitud solo crecía y se volvía más emocionada. Sudaban, sin sentir el frío del aire.
Momentos después, alguien llegó con mucha pompa y circunstancia. Un equipo de diez guardaespaldas alertó a la gente de que un VVIP estaba a punto de aparecer. El personal del evento también estaba de pie, listo para saludar al recién llegado.
Wei Lan salió del vehículo con un hermoso y brillante vestido largo dorado. Tenía cuello alto y sin mangas. También llevaba un par de guantes de raso blanco que le llegaban a los codos. Su atuendo la hacía parecer conservadora en comparación con los vestidos reveladores que solía usar antes.
—¡Es la Vizcondesa Lan! —gritó alguien.
Toda la atención se centró en ella.
