Huang Yuyan y la Abuela Li abrieron los ojos como platos al escuchar que la mayoría de los recuerdos provenían de Wei Lan.
—Por favor, dale las gracias a la señora Wei Lan —dijo Huang Yuyan—. ¡Oh, creo que debería empezar a llamarla Vizcondesa Lan ahora!
Alguien de las familias colaterales resopló con desdén. Tal como Iris Long era impopular entre ellos, su madre Wei Lan también era mal vista por muchas personas de la alta sociedad.
Tanto la Abuela Li como Jin Liwei los miraron con ojos fríos. Sus expresiones eran casi idénticas. De hecho, eran abuela y nieto.
Iris fingió que no escuchó el sonido grosero. Aunque su expresión permaneció generalmente agradable, sus ojos se estrecharon y se volvieron fríos también.
La Abuela Li lanzó una mirada fría a las familias colaterales antes de sonreír cálidamente a Iris.
—Ya conocimos a tu padre y a la Señora Yang Jiahui, pero no a tu madre. Yuyan, querida, ¿qué tal si invitamos a la vizcondesa a comer algún día?
