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La atmósfera en la sala de estar seguía siendo tensa. Era como si todos estuvieran helados mientras se miraban unos a otros.
Iris no dijo nada más. Ya había dicho lo que necesitaba decir. No podía controlar los pensamientos y los sentimientos de los demás. Yi Mei era su propia persona. Tenía derecho a pensar y sentir por su cuenta. Todo lo que Iris podía hacer era explicar al ama de llaves que Jin Liwei era alguien importante para ella.
El silencio solo hacía que la atmósfera fuera más pesada. Iris estaba calmada. Jin Liwei seguía su ejemplo. Solo Dom se sentía sofocado. Estuvo a punto de hacer un chiste solo para aligerar el ambiente, pero juzgó que este no era el momento adecuado para actuar como un payaso.
Finalmente, fue Yi Mei quien rompió el tenso silencio. Miró con furia a Jin Liwei y parecía que no quería nada más en el mundo que moler a golpes al descarado mocoso hasta hacerlo desaparecer. —Tú— lo señaló—. ¿Amas a la Señorita Joven?