Jin Liwei podía adivinar lo que su asistente quería decir. Sus labios se apretaron y una traza de ansiedad destelló en sus fríos ojos.
—Se lo contaré todo —dijo con voz suave—. Solo necesito el momento adecuado.
Xu Tian asintió y volvió a su asiento. Tenía problemas para concentrarse en su trabajo porque no podía evitar preocuparse por su jefe.
En su opinión, era mejor si el jefe confesaba la verdad a la Señorita Long, cuanto antes mejor. Aunque ya hubieran borrado todas las huellas de la verdad, mantener un secreto tan grande para el ser amado definitivamente tendría un gran costo emocional.
¿Quién hubiera pensado que el Presidente se iba a enamorar de la Señorita Long, de todas las personas?
¿Qué tipo de giro del destino era este?
Una relación construida sobre cimientos inestables no duraría mucho. No importa cuán grandiosa y hermosa sea, si los fundamentos son débiles, eventualmente se derrumbará. Este tipo de secreto se pudriría en el corazón y corroería el amor.
