—¡Pa! —Con solo un chasquido de los gorditos dedos de Ainsley, el Padrino ralentizó el flujo sanguíneo de los enemigos hacia sus cerebros, haciendo que su presión sanguínea cayera instantáneamente a un estado alarmante.
—¿Qué...? —Harry y los cinco alquimistas de combate tambalearon.
Sus cuerpos se balanceaban mientras sentían su visión borrosa. Su mente daba vueltas y su conciencia parecía desvanecerse poco a poco.
¡Ni hablar de formar un ataque para asaltar a la gente de Ainsley! ¡Solo mantenerse de pie ya era difícil para los alquimistas!
En ese momento, el rostro de Harry se puso pálido. Inmediatamente miró a Ainsley con una mirada amenazante aunque débil.
—¿Qué...hiciste...tú...? —No había terminado de hablar cuando su voz se desvaneció y su cuerpo cayó al suelo.
—¡Brugh! —Todo lo que podía ver era oscuridad, y su conciencia lo abandonó.
Justo después de Harry, cayeron los cinco alquimistas de combate.