—Maldito, escucha. Este Señor tiene una petición.
Zev instantáneamente rodó los ojos.
—Tienes una petición, ¡pero me llamaste maldito! ¿Estás loco o qué?
—Blablabla. Basta. Escucha. Esto trata sobre el crecimiento de la habilidad especial de la Pequeña Niña. —El Padrino puso una cara seria mientras flotaba en el aire con los brazos cruzados frente a su pecho.
Parecía que no estaba bromeando.
Zev miró hacia arriba al rostro serio del joven y no pudo evitar tragar saliva. El sudor empezó a correr por su cara.
—¿Qué es?
—Primero que nada, dime cuántas habilidades puede obtener la pequeña niña con tu ayuda.
—Eh, ilimitadas. Siempre y cuando cumpla las misiones que se le den...
—Entonces es lo mismo que para este señor, ¿no?
—Correcto. ¿Qué sucede? —Zev notó que el Padrino estaba actuando extraño. No pudo evitar acercarse a él y detenerse justo frente a sus ojos.
—¿Qué te pasa, Dave? ¿Por qué hablas de esto? ¿Hay algo mal?