—Está hecho —le dijo Alvin a Harold con confianza—. Solo tienes que esperar con paciencia y ella vendrá.
Harold nunca había dudado de Alvin antes, así que estaba seguro de que lo que Alvin había hecho iba a funcionar, pero aún tenía curiosidad por saber en qué consistía su plan.
—¿Qué hiciste? —preguntó Harold.
—Inundé su habitación —dijo él con una risita siniestra, pero de inmediato se detuvo cuando se dio cuenta de cómo Harold lo miraba como si estuviera loco.
—¿Ese fue el brillante plan que se te ocurrió? —preguntó incrédulo Harold. Parecía que Alvin solo servía para ser sus ojos y oídos alrededor del palacio. Crear planes no era su fuerte. Era incluso peor que Alicia.
—¿No está... bien? —preguntó Alvin vacilante.
—¡Por Dios! —Se masajeó las sienes frustrado.
¿Cómo iba a sobrevivir lidiando con su lobo, Alicia y Alvin al mismo tiempo?
—Simplemente vete —dijo, haciéndolo a un lado con la mano.