—Deberías haberla dejado continuar diciendo tonterías porque nunca va a salir de este lugar otra vez —dijo Abuelo Fu.
—Estaba haciendo demasiado ruido, por lo que se merecía un recordatorio calmado de no actuar astutamente frente a las personas que ofendió —dijo el viejo Sr. Huang.
Mu Keer sí aprendió la lección, pues nunca en su vida alguien la había golpeado con palmas tan fuertes que casi la dejaron sorda y, al mismo tiempo, la enmudecieron.
Después de recibir esa advertencia, Mu Keer nunca se desvió durante el interrogatorio. Como el viejo Sr. Huang había dicho la noche anterior, que ella iba a revelar la verdad ya se lo pidieran o no, y eso era justo lo que Mu Keer estaba haciendo.