—¡Eso significaría que mis células sensoriales están muertas! —Cuando Fu Hua dijo eso, estiró su mano hacia las piernas de Jia Li, deslizó sus dedos dentro de su camisón y comenzó a acariciar sus muslos.
Jia Li se sintió cosquillear por sus acciones y se rió a carcajadas mientras intentaba apartarlo, pero él la mantenía firmemente sujeta con una mano, mientras la otra continuaba acariciando sus muslos.
—Cariño, ¿puedes parar? —Jia Li dijo mientras se reía a carcajadas.
—¿Por qué debería parar? Ahora entiendes lo que quise decir con que mis células no están muertas y parece que las tuyas están muy vivas —dijo Fu Hua.
Cuando ella lo tocaba, no le importaba si él se excitaba y ahora que era su turno, ella quería huir.
—Lo siento, no lo haré de nuevo —Jia Li suplicó mientras se retorcía de la risa.
¿Cómo podría Fu Hua dejarla ir cuando se sentía bien tocándola? —No me importa si lo sientes o no, debo estar satisfecho antes de dejarte ir.