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Después de que Mu Keer finalmente se dio cuenta de que los ¥5,000 que la familia Huang acababa de darle habían desaparecido, golpeó a su hijo sin tomar en cuenta sus lesiones, luego lloró y gritó mientras se sentaba en el piso sucio.
El hijo de Mu Keer ya sufría por la paliza que recibió de esos matones que le arrebataron el dinero y pegarle nuevamente le causaba más dolor, pero a ella no parecía importarle.
Lágrimas verdaderas brotaron de los ojos de Mu Keer, ya que el dinero que acababan de quitarle sin que ella hubiera gastado ni ¥1 de él, era más desgarrador.
Mu Keer tuvo más problemas cuando su hija regresó con uno de sus acreedores, quien vio a su hija por el camino y al ver su lista del mercado, se enfureció de que ella tuviera hasta ¥300 para gastar cuando no pudo devolver sus ¥55, así que la siguió hasta su casa.
