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—No hice mucho, solo me excedí un poco porque me asustó con su perro. Quiero decir, ¿cómo se le ocurre traer un perro a la casa? —dijo FangSu mientras se negaba a encontrarse con la severa mirada de su hermano.
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Se sentía un poco culpable pero aún así maldecía a Jia Li en su cabeza, por actuar tan lastimosa y no tener ni idea de lo que había sucedido antes de que ella llegara.
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Fu Hua no podía tolerar esa mirada sin arrepentimiento en su rostro y le dijo directamente:
—Viniste a mi casa con un extraño sin avisarme, luego haces llorar a mi esposa en nuestra casa y todavía actúas como si tuvieras razón. FangSu, vete ya y en el futuro, no necesitas venir aquí.
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FangSu se quedó en shock con el castigo que Fu Hua le acababa de imponer. ¿Cómo podía prohibirle venir a su casa solo porque Jia Li lloró un poco?
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—Hermano, ¿cómo puedes tratarme así? ¡Esto es tan injusto! —exclamó FangSu con un tono enojado.
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