—¿Confirmarlo? E... está bien —aceptó vacilante y miró cuidadosamente a Teresa. Si Teresa tenía razón y lograba normalizar las cosas, entonces ella tendría que acelerar el proceso del contrato antes de que las cosas se profundizaran entre ellos.
—¡Ese es el espíritu! —Teresa se retorció, feliz de haber recibido su consentimiento.
—Pero... —Aurora se extendió, encontrándolo difícil decir las palabras que quería expresar.
—¿Qué? —preguntó Teresa, queriendo saber el problema.
Teresa ya tenía suficiente en su plato con la presencia de la futura Luna y la preparación para su próxima boda. Sería inconsiderado cargarla con su terapia de intimidad.
Tenía que haber una manera de superar su trauma. Apenas le quedaban dos meses y no sabía si podría sobrevivir el odio de Sarah y su madre, si no tenía un hijo a tiempo. ¿Por qué él simplemente no permitiría que pasaran por la subrogación?
¡Ese molesto patán! Suspiró y dijo:
—No es nada, sigamos con tu plan. Luego sonrió.