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El día pasó tan rápido y llegó la mañana. Aurora acababa de despertarse y se estaba preparando para el desayuno por orden del Alfa que ya estaba de vuelta en la mansión.
Mientras se vestía, temía ser ignorada por Damien al encontrarse con él en el comedor esa mañana. Recordando su intercambio de burlas anoche, deseó no haberle gritado. Pero esa era la única forma de evitar que él infligiera dolor a quienes la acosaban.
Suspirando, se miró en el espejo y se dijo a sí misma que debía estar tranquila.
Cuando dio un paso hacia la puerta, fue detenida por la abrupta apertura de la misma para revelar a su mejor amiga.
—¡Aurora! —con un tono emocionado, Scarlet la llamó, acercándose a Aurora.
—¡Hey! —Aurora respondió con torpeza, sin saber cómo reaccionar después de no haberla visto durante dos días. Se sentía culpable por haberse olvidado completamente de Scarlet.