—Bueno, en ese caso, me retiraré —Dave miró a Charlotte por última vez antes de dar la espalda y alejarse.
—Ese hombre astuto —murmuró Sarah, mirando con enojo su figura que se alejaba. Luego sonrió a Charlotte y dijo:
— Volveré pronto —disculpándose para atender a los invitados que querían verla.
Charlotte decidió retirarse a su habitación para evitar cualquier encuentro casual con Dave. Mientras intentaba volver sigilosamente, de repente se encontró arrastrada a una habitación oscura y silenciada con una mano firme para evitar que hiciera ruido.
Luchando por liberarse, Charlotte se detuvo cuando escuchó un gemido familiar y reconoció a la persona que la retenía.
—Soy yo, Dave —susurró él.
El corazón de Charlotte latía con ansiedad, los recuerdos de su encuentro en el árbol pasando por su mente.
—Yo... necesito irme —tartamudeó ella, tratando de encontrar la salida. Sin embargo, Dave la sujetó con firmeza.