Aurora se quedó sin palabras cuando David le pidió la pulsera. Había planeado dársela a Scarlet una vez que regresara a la mansión. Tras un breve momento de dudar, decidió que era mejor dársela a alguien que realmente la quisiera.
—Claro —dijo, soltando la pulsera de sus manos y entregándosela a David.
—Gracias. ¿Estás haciendo un recado? —preguntó David con curiosidad, notando que Aurora estaba vestida como una de las trabajadoras de la mansión.
—Oh, umm... Sí —respondió ella con incertidumbre, pausando antes de confirmar. No podía evitar preguntarse por qué Damien no la había regañado por salir de la mansión con ropa de criada. ¿Estaba demasiado ocupado para notarlo, o ya no le importaba? El pensamiento la turbaba, ya que Damien no era conocido por dejar pasar las cosas fácilmente.
David sacudió a Aurora suavemente, sacándola de sus pensamientos y devolviéndola a la realidad.
—Perdona, ¿qué has dicho? —Aurora preguntó con una sonrisa nerviosa.