Aurora había terminado de vestirse y ahora esperaba a Damien abajo. Debería haberse tomado su tiempo para vestirse si hubiera sabido que él aún no estaría listo. ¿Por qué la apuraba si él ni siquiera estaba listo?
Justo cuando estaba a punto de volver a entrar a su habitación, quedó pasmada por la ardiente aparición de Damien. Pero, ¿qué demonios llevaba puesto?!
Sintió que su corazón se aceleraba de manera errática, su mente incapaz de comprender su apariencia. ¿Por qué estaba medio desnudo?
—¿Qué? ¿Nunca has visto a un hombre sexy antes? —bromeó Damien, acercándose para ponerse junto a ella. Le encantaba esa expresión en su rostro, una señal de que aún tenía su aura viril.
—Estás literalmente desnudo —señaló ella, su voz saliendo más alta de lo que quería, gracias a la sorpresa.