En la sala de dibujo del ducado de Hayes, se podía ver sentado a un hombre familiar con cabello purpúreo y ojos violetas detrás de unas delgadas gafas de montura aristocrática sosteniendo una taza de té humeante en sus manos.
No un momento después, Isla podía verse caminando a través de la puerta y entrando en la mirada del barón sorbiendo su té.
Ante la vista de ella, el barón Sylvester dejó su té y dio un paso adelante para saludarla. —Saludos Señora Elrod —dijo con un beso en el dorso de su mano.
—Sí, saludos Barón —en respuesta, ella sonrió antes de sentarse enfrente del barón que hizo lo mismo—. He oído que tiene algunos mensajes de sus majestades imperiales... —Isla fue directo al grano. No podía esperar a ver a su hijo, quien finalmente despertó desde su secuestro.