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Por alguna razón, el viaje a la Residencia Elrod fue muy silencioso. Nadie hizo un sonido y la atmósfera entre la pareja era la misma que al principio.
Incómodo.
La atmósfera también estaba tensa e Isla, que quería hablar, sentía las palabras rondando su garganta, incapaces de salir.
Parecía que había cometido el error de hablar sobre su exesposo de nuevo, aun cuando fue ella quien sugirió no hablar del pasado, especialmente sobre él.
Aunque Kaiser dijera que ella no había hecho nada mal, Isla sentía que era todo lo contrario o de lo contrario, ¿por qué él estaría callado y no hablaría con ella?
Mientras Isla estaba sumida en sus pensamientos y Kaiser también, la carroza avanzó con firmeza hacia la Residencia Elrod. Cuando las ruedas se detuvieron, Kaiser miró por la ventana y, al ver la familiar silueta de la Residencia Elrod, se levantó y abrió la puerta de la carroza sin ayuda.