Fuera de la sala de dibujo, después de que los caballeros cerraron las puertas dobles, el príncipe heredero y Damien caminaron por el pasillo en silencio. Damien notó que entraban en otro pasillo, lo que significaba que el príncipe heredero lo llevaba a otro lugar.
El silencio entre los dos poderosos herederos del imperio Asteriano era muy incómodo e insoportable. Nadie sabía cómo iniciar una conversación, y el príncipe heredero decidió ser el primero ya que, bueno, él era el príncipe heredero.
—¿C-Cómo es la vida en la capital, Joven Maestro Elrod? —preguntó.
—La capital me ha tratado bien, su majestad imperial —respondió Damien, con fluidez en las palabras que sus tutores le habían enseñado.
—Eso es bueno entonces —dijo el príncipe.
Después de eso, nadie volvió a decir nada.
