—Dante hizo una pausa, encontrándose con los ojos dorados del emperador. No dijo nada en respuesta y solo miró fijamente al emperador.
Algunos sirvientes, que ya no podían mantener sus labios cerrados, empezaron a comentar sobre la flagrante falta de respeto del duque al emperador en tonos susurrantes.
Solo hizo falta una mirada de Barón Sylvester, y los sirvientes ruidosos sellaron sus labios como si nunca hubieran estado hablando en primer lugar.
Mientras tanto, Kaiser permaneció tan impasible como siempre. Era como si la situación no lo incluyera en absoluto.
—Estoy esperando una respuesta, Duque Hayes —el emperador habló, consciente de que su antiguo querido amigo sabía de qué le estaba hablando.
—...Sí, su majestad imperial —Dante respondió después de una pausa. Tal y como el emperador pensaba, estaba al tanto de por qué el emperador hablaba como si él le debiera un favor.
Bueno, eso era cierto.