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—¿Damien quiere bailar? —preguntó Isla, desviando la mirada de la pareja imperial que bailaba hacia su hijo en brazos de su padre.
—¡Madre le ha enseñado a Damien! —Fiel a sus palabras, su madre le había enseñado etiqueta en lugar de la condesa Olivier.
—Es verdad. —Isla soltó una risita. Aunque le encantaba enseñar a su hijo lo que le habían enseñado en su infancia, sabía que no podía continuar para siempre. Además, era consciente de que ella no era suficiente para enseñar a su hijo. Damien necesitaba a alguien más versado en etiqueta. La condesa Olivier habría sido la mejor opción, pero, afortunadamente, no lo era.