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—Joven Maestro, esté siempre con la dama y Su excelencia.
—Sí.
—No siga a ningún noble a ninguna parte. Si quiere hacerlo, dígaselo primero a Su excelencia y a la dama.
—Sí.
—¿Recuerda el joven maestro cómo saludar al emperador y a la emperatriz?
—Sí.
—Si el joven maestro necesita algo, dígaselo primero a la dama y a Su excelencia.
—Sí.
—Joven maestro, por favor, nunca olvide, esté siempre con la dama y Su excelencia pase lo que pase.
—Sí, tía Eliza.
—El joven maestro debe referirse a esta empleada como Eliza y no como tía Eliza.
Mientras la empleada, Eliza, daba todas estas precauciones y advertencias a Damien, estaba abotonando la camisa interior azul oscuro de Damien. Después de abotonar los botones superiores alrededor del cuello, ajustó la chaqueta azul claro con ribetes dorados y asintió con satisfacción. —El joven maestro se ve genial como siempre.
Luego miró a Damien con una sonrisa juguetona. —No estuvo tan mal, ¿verdad?