Días después
—Joven príncipe.
—¿Joven príncipe? Las dos palabras captaron la atención de Damien desde el libro que estaba leyendo, y sus ojos interrogadores se elevaron, queriendo saber la razón de ese extraño tratamiento. Sin embargo, Damien no esperaba encontrarse con el vizconde haciéndole una reverencia.
—Maestro... —Alarmado y confundido por la inesperada situación, Damien estaba a punto de levantarse, pero la voz del vizconde lo detuvo.
—Joven príncipe, este viejo ha cometido un pecado imperdonable —confesó el Vizconde Asch. Había querido hacer esto después de que la condesa fuera atrapada. Después de su última clase, tuvo una conversación con la duquesa divorciada y también confesó sus actos a ella. Las únicas palabras que ella le dijo fue que quien necesitaba la disculpa no era ella, y tenía razón.