—Es encantador verla después de tanto tiempo, Condesa Olivier.
—Igualmente, Vizcondesa.
—Gracias por la invitación, Señora Clayton.
—Gracias también por venir, marquesa.
De pie bajo la entrada de hierro en forma de arco con rosas rosadas danzando en la suave brisa, Condesa Olivier y Señora Clayton daban la bienvenida a muchas señoras de mediana edad y jóvenes damas al picnic planeado que se llevaba a cabo en el jardín.
—Tía, parece que ella no vendrá —tras ofrecer su sonrisa practicada a una señora que pasaba, Señora Clayton le dijo a Condesa Olivier en voz baja.
—Hmm... Pensé que vendría —una decepción cruzó por los ojos melocotón de la condesa. Así como había hecho con aquella mujer odiosa, quería hacer lo mismo con su hija. Quería que la niña supiera quién era más superior en la sociedad.