—¡Ja, ja, ja, ja—¡Ugh!
Con su mano enguantada en su pecho, Dante se agarró fuertemente de uno de los pilares afuera del palacio imperial. Cerró los ojos por la sensación punzante en su pecho, mientras intentaba calmar su respiración acelerada. Estaba hiperventilando, y no era la primera vez. Desde que había descubierto la verdad de Annalise, tendía a tener episodios sobre sus problemas respiratorios.
La mayoría de las veces, el detonante eran sus recurrentes pesadillas o cada vez que recordaba el pasado cuando maltrataba a su esposa por culpa de Annalise.