—¡Oye tú! ¡No me ignores! —El fuerte grito de Lucas sacó a Damien de sus recuerdos del pasado. Sin mirar al Lucas que echaba humo, se giró hacia donde la maestra se había ocultado junto a la puerta.
—Profesora, yo no le hice nada a Lucas. Pero... él insultó a mi madre y a mi padre... —Damien delató con lágrimas acumulándose alrededor de sus ojos. Con su belleza afeminada, se veía tan delicado y con el corazón roto. Todos los espectadores en la clase, incluyendo a los varones, miraron a Lucas con reproche por hacer que alguien tan frágil derramara lágrimas.