El interior de la residencia del barón era simple, ordenado y llano. No había empleadas ni sirvientes varones merodeando por los pasillos, lo que hizo que Isla se preguntara si había otras personas aparte de Lance y la Señora Edith.
—¿Señorita Isla? —Una vocecita la alertó, y ella se giró para ver a un niño asomándose detrás de la pared. Que un niño estuviera cerca de su habitación, significaba que estaba relacionado con alguien en la residencia.
—Hola querido, —Isla sonrió suavemente. Quizás después del parto, su aura materna innata brilló y el niño que estaba en alerta, subconscientemente se relajó y salió de su escondite. Caminó cuidadosamente hacia Isla y nerviosamente jugueteó con sus dedos cuando se paró frente a ella.
—La abuela dijo que debería guiarte al comedor. —Su voz infantil resonó en los pasillos silenciosos.
¿Abuela? Isla se preguntó hasta que se dio cuenta de que este niño podría ser el nieto de la Señora Edith.