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—Su gracia no ha dejado de sonreír desde que entré —comentó Lily mientras colocaba el diafragma de un estetoscopio en el vientre desnudo de Isla. El tenue latido del corazón del bebé no nacido resonaba a través del tubo de oído en sus oídos.
—Mi hijo me saluda todas las mañanas y noches desde ese día —dijo Isla con la espalda apoyada en el respaldo de la cama. Desde aquel mismo día en que sintió la patada de su bebé, su corazón ha estado lleno de alegría. Siempre que lo saluda por la mañana, él responde con una patada y en la noche, cuando le da las buenas noches, él responde con otra patada. Sus acciones mostraron a Isla cuán adorable y respetuoso sería en el futuro. La sonrisa en sus labios le dijo a Lily cuánto amaba al niño, aunque el padre no fuera agradable.