—¡WAAAHHHH!
Los fuertes llantos del joven príncipe heredero ocupaban la atmósfera del trono. La emperatriz se giró para tomar a su hijo, pero el emperador fue más rápido que ella y se levantó con el niño mientras le daba palmaditas en la espalda suavemente.
Dedos manchados de sangre y vidas, el emperador nunca pensó que usaría esas mismas manos para calmar a su hijo, algún día.
Tenía cuidado con la cadena de plata que cruzaba su pecho mientras caminaba lentamente de un lado a otro frente al trono, mientras la emperatriz volvía a sentarse en el brazo ya que no había nada que pudiera hacer.
Parece que su hijo prefiere más a su padre, ya que ella tarda más en calmarlo cuando está molesto, pero su esposo tarda unos minutos.